El capellán deja un legado de dedicación y espiritualidad en el Hospital
Una vida de compromiso con las personas, con más de treinta años al servicio de la comunidad hospitalaria.

La ciudad de Tarragona ha perdido a uno de sus grandes referentes espirituales y humanos. Mossèn Xavier Fort Subirats, quien dedicó más de 60 años de su vida al sacerdocio y más de 30 al acompañamiento de pacientes y familiares en el Hospital Universitari Joan XXIII, ha fallecido a los 86 años, dejando un legado imborrable de amor, solidaridad y dedicación.

Nacido el 25 de septiembre de 1937 en la parte alta de Tarragona, dejó una huella indeleble tanto en la ciudad como en la comunidad del Hospital Universitari Joan XXIII, donde desarrolló su labor sacerdotal. A la edad de 86 años, se despidió de su vida activa con un reconocimiento inmenso y merecido. Su nombre quedará para siempre vinculado al corazón del Hospital, tanto por su labor de capellán como por la incansable dedicación que ofreció a los pacientes y a sus familias.

Una vida de servicio y dedicación

Ordenado sacerdote en 1963, el mossèn comenzó su vocación religiosa desde joven. Viajó por diferentes partes del mundo: Brasil, Filipinas, las minas de carbón de Bélgica y otros lugares, siempre con el objetivo de servir a los más necesitados. Su trayectoria en el Hospital Joan XXIII de Tarragona comenzó casi por casualidad, tras una breve estancia en otras parroquias y misiones. Pero fue en este centro, en un entorno de constante contacto con la enfermedad, donde encontró su verdadera pasión: acompañar a los pacientes y a sus familias en los momentos más difíciles. Durante todos estos años, fue un referente de apoyo espiritual para todos los que pasaron por el centro.

Un carisma que trasciende su labor religiosa

Su trabajo al servicio de los enfermos y del personal del Hospital Joan XXIII ha sido reconocido en múltiples ocasiones. Mossèn Fort fue mucho más que un capellán: no solo ofreció esperanza espiritual, sino también apoyo emocional. Sus palabras, llenas de humanidad, acompañaban y consolaban, transmitiendo afecto y serenidad en los momentos de mayor vulnerabilidad.

Un reconocimiento a toda una vida

El pasado mes de marzo, el Hospital Joan XXIII le rindió un sentido homenaje al que asistieron unas doscientas personas, entre profesionales, amigos y pacientes. Durante el acto, se descubrió una placa conmemorativa en honor a su dedicación y compromiso, y se puso a disposición de todos los asistentes un libro de firmas para expresar su agradecimiento y reconocimiento personal. Los Xiquets del Serrallo, la colla castellera fundada gracias a su iniciativa, realizaron una emotiva actuación que reflejó el espíritu de comunidad y solidaridad que mossèn Fort fomentó a lo largo de su vida.

El Ayuntamiento también le rindió homenaje otorgándole el máximo reconocimiento de la ciudad de Tarragona: el título de “Hijo Predilecto”, en agradecimiento a su labor ejemplar al servicio de la ciudad y su contribución a la comunidad.

Una vocación de vida dedicada a los demás

Mossèn Xavier Fort siempre fue reconocido por su sencillez y humildad. Su trabajo en el Hospital estuvo marcado por su personalidad carismática, llena de bondad y ternura. Para él, el servicio a la comunidad hospitalaria fue un compromiso constante, una verdadera vocación de vida. Como él mismo afirmaba: “Trabajo en un lugar privilegiado, donde la fe y la espiritualidad son una medicina que acompaña a la ciencia”.

En el Hospital Joan XXIII, la labor de mossèn Fort trascendió la religión, tocando las vidas de miles de personas con su dedicación incondicional y su bondad. Los profesionales del Hospital expresan un inmenso agradecimiento por su labor durante más de tres décadas, en las que fue una constante fuente de inspiración y apoyo para todos los que le conocieron.

Su legado de amor y dedicación a la comunidad perdurará siempre en la memoria y en el corazón del Hospital Joan XXIII.