El Servicio de Pediatría ha adaptado el método canguro a las medidas de aislamiento recomendadas para garantizar la seguridad del bebé, de los familiares y también de los profesionales.
Aunque en todo el mundo se ha constatado que el impacto de Covid-19 en las Unidades de Neonatología ha sido muy bajo y, en la mayoría de los casos, asintomático, la Unidad de Neonatos del hospital ha modificado su organización de trabajo para adaptarse a la nueva situación.
Durante las últimas dos décadas, las Unidades Neonatales de nuestro entorno han implantado el modelo de cuidados centrados en el desarrollo y la familia (CCDF), en el que los padres ya no son solo visitantes, sino también los cuidadores principales de sus hijos recién nacidos, que tienen que permanecer ingresados en el hospital.
Al inicio de la pandemia, por prudencia y para garantizar la seguridad de los bebés ingresados y de los profesionales que trabajan en la unidad, se tuvo que restringir la entrada de los padres y de los familiares a la Unidad de Neonatos.
Han sido muchos meses en los que en la Unidad solo han podido acceder los progenitores de los bebés ingresados y, hasta hace apenas un par de meses, solo podía estar con el bebé uno de los dos, nunca ambos al mismo tiempo. Todavía hoy, el resto de los miembros de la familia solo pueden visitar a los bebés ingresados en situaciones excepcionales.
Algo que no ha variado en ningún momento de la pandemia, es la práctica del método canguro, que se ha adaptado a las medidas de aislamiento recomendadas por la situación epidemiológica con la obligatoriedad del uso de mascarilla y el lavado de manos por parte del padre y la madre del bebé.
El método canguro es uno de los pilares fundamentales de los cuidados centrados en el desarrollo y la familia y tiene numerosos beneficios para el bebé y para los padres, todos ellos con evidencia científica. El principal beneficio es disminuir el estrés que genera al bebé el propio ingreso en la Unidad Neonatal. Como consecuencia de la disminución del estrés, surgen el resto de beneficios: menor número de infecciones, mejor termorregulación, facilita la lactancia materna, disminuye los episodios de apnea y las necesidades de oxígeno, el bebé tiene un mejor aumento de peso, y todo esto hace que haya más estabilidad y disminuya la estancia hospitalaria. Además, favorece el vínculo entre los padres y el bebé, el conocimiento mutuo y, por tanto, aumenta la confianza y el grado de competencia de los padres. Es una técnica que mejora el desarrollo neurológico y emocional de los recién nacidos inmaduros a corto y largo plazo.
Es un método sencillo y tiene poco costo económico ya que consiste en la colocación del niño, desnudo, con una gorra y un pañal, en posición vertical, de manera que el tórax del bebé quede en contacto con el de la madre o el padre.
Se intenta iniciar este procedimiento lo antes posible, desde el nacimiento. Si el bebé está clínicamente estable, se puede realizar aunque precise soporte respiratorio, catéteres, perfusiones, sondas, etc. Es recomendable que cada «sesión» de método canguro dure, como mínimo, una hora. Cuanto más prolongado sea, mejor, siempre que el bebé y la madre/padre estén cómodos y así lo deseen.
El Hospital Universitario Joan XXIII de Tarragona aplica el método canguro, conocido también como método «piel con piel», desde hace veintisiete años, siendo la Unidad Neonatal pionera en España en la aplicación de este método.
Con motivo de la celebración del Día Internacional del Método Canguro, el pasado 15 de mayo, el hospital quiere destacar que los beneficios de este contacto piel con piel, tanto para el bebé como para los padres, se han priorizado a la hora de establecer los criterios de seguridad y aislamiento con motivo de la Covid-19, y se han establecido las medidas de aislamiento necesarias (mascarilla y lavado de manos) para llevarlo a cabo con la máxima seguridad para todos los que participan: el bebé, la madre o el padre y los profesionales que los atienden.
El método canguro surgió en Colombia, en los años 70, cuando la superpoblación provocó una falta tan importante de material y personal sanitario que hasta tres bebés prematuros tenían que compartir una incubadora. Para solucionar este problema, pensaron que se podrían utilizar las mismas madres de los bebés como incubadoras. Y así nació este método. Los resultados fueron tan buenos que hoy en día se ha convertido en la práctica habitual de las unidades neonatales de todo el mundo.