Un año después de la puesta en marcha del servicio, el número de sesiones de hemodiálisis aumentó un 28%, y un 4% el de diálisis peritoneal.
Además, «ha permitido asumir toda la asistencia, tanto de pacientes con COVID-19 como sin la infección, en condiciones de seguridad y sin tener que derivarlos».
La Unidad de Atención Renal Integral (UARI) del Servicio de Nefrología del Hospital Universitario Joan XXIII cumple un año de su creación. La jefa del servicio, Mercè Borràs, hace balance y explica que una de las mejoras que ha favorecido la nueva Unidad es «la consolidación del programa de hemodiálisis domiciliaria, ya que existe una área específica donde los pacientes reciben la formación adecuada». La enfermera especializada del servicio, Yolanda Benito, explica que «los pacientes vienen a la Unidad durante un mes para hacer el aprendizaje y luego comienzan a hacer la hemodiálisis en su casa». Sin embargo, «los primeros días las enfermeras se acercan al domicilio para tranquilizar y dar seguridad a los pacientes», asegura Benito.
La nueva Unidad también ha hecho posible un aumento de la actividad de diálisis: un 28% de sesiones de hemodiálisis en el centro y un 4% de sesiones de diálisis peritoneal a domicilio. La asistencia de todos los pacientes en hemodiálisis crónica ingresados en el Hospital Sociosanitario Francolí contribuye a este incremento de la actividad.
La especialista de hemodiálisis del servicio de Nefrología, Júlia Garro, explica que «el hecho de tener los pacientes crónicos y los agudos en espacios diferenciados facilita la comodidad de los enfermos y el trabajo de los profesionales. Ahora, el control clínico es más fácil, más eficaz y más eficiente». En la misma Unidad están todas las áreas asistenciales del paciente con enfermedad renal crónica, por lo tanto, «hay mejor comunicación con los pacientes y entre el equipo de profesionales», añade Yolanda Benito.
Además de la estructura física, también ha mejorado el soporte tecnológico que contribuye a facilitar el seguimiento clínico y refuerza la calidad y la seguridad de la atención a los pacientes. La implementación del sistema de llamada anónima de los pacientes ambulatorios que vienen a la Unidad es un buen ejemplo.
La consulta ERCA, donde van los enfermos que deben comenzar tratamiento renal sustitutivo, también ha aumentado la actividad. La facultativa especialista asegura que «ahora tenemos esta consulta muy ordenada, organizada, cumpliendo los estándares que demanda el proceso de acreditación de la Unidad».
Es evidente que la Unidad ha tenido que convivir con la actualidad marcada por la COVID-19. Yolanda Benito afirma que «la nueva área ha permitido asumir toda la asistencia, tanto de los pacientes con COVID-19 como de los enfermos sin infección, en condiciones de seguridad y sin tener que derivarlos».
Finalmente, tanto la nefróloga como la enfermera de la Unidad de Atención Renal Integral explican que «la percepción es que tanto los pacientes como los profesionales están contentos, porque está todo más organizado, hay mucho trabajo pero se trabaja mejor».